jueves, agosto 11, 2011

Pecados capitales (IV). Lujuria





Lujuria.
       (Del lat. luxuria).
1. f. Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales.


Ellos aún no lo sabían
Pero las pieles de ambos llevaban hablándose milenios.

Él, entonces, la nombraba.
Tímidamente.
Ella intuía recuerdos vagos de algo ya conocido mientras prendía su nombre desde el paladar
Y él sólo deseaba desnudarse de todo en mitad de aquel sonido emitido por su lengua.

Dedicaban noches enteras a nombrarse.
A devanar la madeja suave de aquel conjuro.
Él dibujaba lentamente una sílaba apenas acentuada sobre el cuello de ella.
Ella se arqueaba
Y bajo aquel terremoto fónico, la piel de uno se iba confundiendo con la del otro.

Se miraban largamente
Y volvían a decirse.

Otra vez.

Enésima vez.

Ella, entonces, tomaba la iniciativa.
Asía con el borde de sus labios el nombre de él y lo alargaba durante horas.
Él, desconcertado primero, se dejaba arrastrar por la marea suave de su dicción.
Y entonces, aún aturdido, la nombraba.
Como un mantra.
Ella lentamente se hacía diptongo sobre el cuerpo de él.
Él dibujaba metáforas sobre la pelvis de ella.
Las voces de ambos se solapaban.

Hasta desatarse.

Se intercambiaban fragmentos fónicos con absoluta devoción.
Él se emborrachaba esdrújulamente de ella.
Ella se hundía más y más en aquellas letras licuantes.
El baile se hacía más frenético
Y lo que había comenzado como un hilo de voz apenas esbozado
Ahora era una oración desquiciada y devota
Donde sus nombres se permutaban infinitamente en un lazo de sintaxis convexa.

Las palabras perdían  su forma.
Se atravesaban sin miramientos.
Se buscaban con hambre.
Todo debía ser dicho.
Todo era dicho.
Una y otra vez.

Hasta que, exhaustos, desembocaban en un delicado silencio.

Entonces, enmudecida, surgía:


La caricia.


Ese instante de vidrio suave
Desconocido por ambos
Y reconocido ahora.
Ese momento de implosión nuclear
Siempre existente
que los definía y los encontraba.
Ese fragmento robado a la Muerte
reverberado desde las yemas del alma
donde nada era dicho
y todo quedaba explicado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay quien dice que, por ejemplo, "2001" no es una película, es una experiencia.
Sospecho que ciertos libros y algunas piezas musicales podrían asumirse como tales también.

Su blog, estimada, es apenas un soporte para sus siempre imprevisibles excursiones musico-literarias. No, no es un blog. El blog es el continente, pero La Habitación Transparente es una experiencia.

Texto tras texto, las palabras fluyen, respiran, arrancan, dibujan, disparan juegos de fonemas como pinceladas casi autómatas. Me permito declarar la identidad única de este espacio entre todos los espacios que comparten la clasificación del soporte.

"Ella lentamente se hacía diptongo sobre el cuerpo de él.
Él dibujaba metáforas sobre la pelvis de ella."

Eso, estimada, es literatura, lamento decirle. Inclasificable porque no entra en los 4 o 5 parámetros más tradicionales, pero tiene vuelo lírico y la capacidad de producir imágenes dentro de imágenes, como es la metáfora que Ud. menciona una metáfora dentro de otra.

Esos pliegues, son líricos.

Los ritmos son musicales.

Y ciertos juegos son extremadamente seductores:

"A devanar la madeja suave de aquel conjuro." - Los juegos con los sonidos duros de las jotas (madeja-conjuro) y la suavidad de las ve (devanar-suave), rodeado de vocales cómplices que lubrican la sonoridad.

"reverberado desde las yemas del alma" - el modo en que cae "yemas" dentro de la frase.

Curiosamente, su texto rompe en un quiebre a los dos tercios que dice:

La caricia.

Eso es lo que sus palabras producen. Caricias, mordiscos, suspiros y un leve chirriar de arañazo suave y a gusto.

Escritura para todos los sentidos. Mi reverencia ante su innegable talento, señorita mía.

HoscuraH dijo...

Agarro - que no cojo - mi silencio
y lo diluyo lentamente entre las anónimas frases.
Emborranchan e inspiran.
Pulsan.
Acompañan.
Sobrepasan.
Y, sobrepasada, por tan repentina devoción,
sonrío y tecleo.

Mi reverencia ante su innegable generosidad, caballero mío.