lunes, marzo 26, 2007

Do the evolution (?)



Madrid se colapsa por momentos.
Montada en el 34 siento su bullir sanguíneo y pulsante al borde del cataclismo.
Madrid se curva, se comba, haciendo un esfuerzo titánico por no romperse, por no reventar en mil pedazos disonantes.
Madrid apura sus últimas cartas en un intento de farolear con el Diablo y ganarle algo de margen.
Un poco de margen
Unas horas
Unos minutos
Algo
Lo contemplo desde mi ventanilla, en un autobús atestado de crisálidas silenciosas que se entrechocan.
Nos movemos densamente.Nos metarmofoseamos con el de al lado para acoplar los apéndices de los bolsos, las bolsas, los libros, los abrigos, los brazos, los alientos, las emanaciones corporales hasta intentar llegar a acuerdos tácitos y silenciosos del "tóqueme lo estrictamente necesario".
Voy milagrosamente sentada y observo cada lado de este Apocalipsis por episodios, imbuida por una extraña y obscena belleza.

Suenan Pearl Jam
Un giro de ruedas hace que el Sol colapse mis retinas.
Heredé las pupilas claras de mi madre y la oscuridad óptica de mi progenitor.

Do the evolution

Madrid rechina.
Solo queda mirar hacia arriba.
Alto, altísimo.
Redibujar las copas de los árboles y las líneas maestras de cada azotea para poder escapar.
Es curioso, cada uno de los árboles que vemos en nuestras ciudades forman parte de un proyecto que se gestó, años a, en el despacho de algún burócrata.
Allí estaban ellos, los perennes y los caducos, representados someramente en mitad de una maqueta junto con las fuentes y los bulevares, a la espera de aprobación por parte del concejal de turno.
Todos igualitos. Síntesis meticulosas y seriadas de pináceas y congéneres.
A nuestra especie le encanta sintetizar. Hasta llegar, a veces, a la paradoja de explicarse bajo obviedades.

Los homónimos de aquellas maquetas "made in” fueron plantados religiosa y regularmente bajo estrictas normas de tamaño, forma, especie y régimen de riegos y visitas.
Crecieron los muchos, murieron los pocos. Enraizaron en el impenetrable asfalto y prosiguieron su interminable ciclo clorofílico año tras año. Con paciencia y silencio soportaron excedentes cánidos, mutilaciones de enamorados, podas mal perpetradas, ruidos extremos de coches por educar, emanaciones tóxicas de gases sin tabla periódica, borracheras, poluciones y agravios de la más extensa natureza.
Sí, se hicieron fuertes e individuales en mitad de la jungla bípeda.
Y ahí está su verdadera hazaña: pasaron del plástico al ser.
El ser humano suele ser inverso. Dedica una enorme parte de su vida a buscar una individualidad fructífera y la mayor parte de las veces su plantación de libertades se queda en la pancarta y el eslogan seriado. Nos pierden las heroicidades de plástico y las vidas de poliespan.

El 34 se agarra al firme.
Que el vals siga.

Arriba los gorriones vuelan precisos sin entender nada.
It´s Evolution baby...............

2 comentarios:

Danann dijo...

Seguí la estela de tu sonrisa desde mi desván y encuentro aquí tu alma de replicante intentando escapar por la ventanilla del 34... Quizá algo quedó y a su paso por Atocha hizo que al salir de clase tuviera una noche de lo más ciberpunk. Me contagiaste el ánimo. Te leo y veo el neón titilar en la noche, llamándome para conectar mi sombra a la pulsante marea de preguntas infinitas. Te dejo una tarjeta de entrada y un pequeño conector neural por si regresas al desván, en esta ocasión lo necesitarás... vamos a quemar Cromo...

(Fantástica tu reflexión, me encantó. Como siempre…)

HoscuraH dijo...

El conector neural funciona con precisión mientras los dígitos se combinan vertiginosamente en la tarjeta de entrada. El escondite se abre y una oscuridad pulcra se desliza ante mis ojos.
Avanzo. Intento no hacer ruido. Como siempre. Acomodo las pupilas hasta distinguir inesperadamente una forma. La silueta reflexiva de lo que parece otro Nexus 6 recortándose sobre una ventana eclosionada de naranjas.
Escucho la pregunta silenciosa desde el contraluz
“Tampoco sé cuánto tiempo me queda”, respondo
…¿y quién lo sabe?

:)