jueves, abril 12, 2007

Abismo


Al fin te decides. Llevas horas incontables diciéndote a tí mismo que lo debes hacer. Un momento - te sonríes - vamos, esa afirmación sabes de sobra que es falaz. Niégala. En realidad, llevas un Tiempo incontable diciéndote a tí mismo que lo debes hacer.
Ahora sí.
Y entonces, cierras los ojos…y saltas.
Notas la presión ascendente en el estómago. La velocidad tensando la piel. La sangre triplicando bombeos. Son los primeros síntomas del proceso inevitable y terrible del Desprendimiento. De la soltada de Lastre. La caída. El vértigo del irte con y por tu propio sumidero.
Pero lo has decidido.
Decididamente desde tus jirones.
Los miembros se atenazan. Como Alicia cayendo en la madriguera. La mente se aferra a cada recuerdo, a los posibles, a los pude, a los debí, a los tuve, a los entonces, a los ayeres. Cada pensamiento se permuta víricamente en una progresión geométrica infinita. Densa. Donde un recuerdo se hipervincula con otro en una matriz obscena de imágenes, nombres, salivas, voces y escenarios. Donde todo parece infinitamente mejor.
Y sigues cayendo.
Conduces el vehículo desbocado de tu propia caída. Porque está desbocado. No hay otra forma de ganar esta carrera que con las Intenciones y la Tristeza desbocadas.
De pronto todo se detiene y golpeas violentamente contra el suelo. Un suelo. Una superficie horizontal formada por tus pequeñas convicciones. Las pocas que has podido mantener. Notas el respiro de tus miembros. La sutil calma de saberte sostenido por un invisible entramado de enseres propios. Pero algo cede. Una blancura lechosa te rodea. Violenta. Calma. Y el pánico empieza a combar la convexidad de tus certezas. Las pocas que te quedaban. El inevitable Síndrome de Estocolmo. Te ciega mirar sin pausa en esa lechosidad perenne, pero sientes el deseo de encontrarlos. A tus verdugos. A tus ataduras sabidamente estériles pero deliciosamente familiares.
Un grito se atenaza en tu garganta. Podrías intentar escalar a ciegas el blanco túnel que has descendido. Recoger piadosamente cada resto del naufragio y enaltecerlo en la Desolada Iglesia de la Contemplación.
Entonces lloras. Lloras tan por dentro que no hay lágrimas que crear.
Por dios. Golpea. Golpea el suelo mil veces y sigue cayendo. Sigue. No dejes de caer..solo así podré encontrarme..encontrarnos..


Suenan desde las vísceras Muse. Stockholm Syndrome

4 comentarios:

el fantasma de la libertad dijo...

¿Estaría mal si en medio de tu caótico texto abismal elijo quedarme con la foto por sobre las palabras?
¿Sería desubicado elegir tu imagen, movida como por la percepción hormonal de un ritmo adictivo por sobre la cadencia estrepitosa de tus frases?
¿Quedarme con tus caderas por sobre tu crueldad sobre ti misma?
¿Es más fuerte la belleza que la inteligencia?

Creo que elijo lo primero, al menos esta noche, cuando sé que escribiste sabiendo que te leería.

Te dejo que te sientes en aquella acera desolada de Buenos Aires, y mires alrededor. En medio de tanta gula abismal, había algo bello.

Saludos...

Danann dijo...

Vengo rodeado de aire, en un hilo de belleza a la altura de un sueño, practicando funambulismo entre conatos de caídas por intentar adelantarme a mi sombra, buscando lugares accidentales a los que caer... sin saber si debo permanecer o arrojarme. Que distintos tonos de gris tiene la existencia, unas veces te falta la distancia y otras el reposo.

Ser funambulista existencial, o virtuoso saltador de trampolín...

Abismo, perfilarte...

Un beso.

HoscuraH dijo...

Fantasma,
cómo no condecerle libertad a tu elección?
En cualquier caso gracias por considerar bella la imagen..:)
Es una instantánea de mi vértigo. Ese que me acompaña casi constantemente.
Pero en mitad de ese infernal recorrido a veces surgen, inesperados, los oasis. Es entonces cuando puedo apoyar mi piel sobre el asfalto, ovillarme y escuchar la dulzura de los perros que saben hablar.

:)

HoscuraH dijo...

Subo a las azoteas.
Contemplo la belleza de las cosas y los seres desde arriba. El beneficio que les otorga la distancia. Son bellos porque no son nítidos?
O la ausencia de matices es la que los semeja engañosamente hermosos?
Un pie en lo inofensivo, otro en lo ingrávido.
El vértigo tensando alambres bajo pieles aterradas.
..de pronto, me surje un pensamiento, el recuerdo de tu aullido nocturno y suave: ..."si es necesario, arrójate, si el lado es el equivocado, el regreso lo compensará"...

un beso