1.COMIDAS y CENAS NAVIDEÑAS:
También conocidas como sólootrafiguritademazapánmás,Chari.
Tras años de deliberación científico-lingüística, los expertos han llegado al acuerdo de establecer nuestro comportamiento gástrico-navideño como una forma específica de fagocitosis.
Entendiendo el proceso normal de digestión como "aquel que conlleva la transformación de los alimentos, previamente digeridos, en sustancias más sencillas para ser asimilados", circunscribir nuestras hazañas epifánico-duodenales a este ámbito se torna, no ya un eufemismo sino un chiste de carcajada obligada.
La argumentación de la tesis fagocítica es demoledora:
1. “Fagocitosis: proceso por el cual algunas células rodean con su membrana citoplasmática a un antígeno, célula apotótica, restos celulares y microorganismos introduciéndolo al interior celular…”
Simplemente cambiando algunas células por tía Hortensia o mi cuñado y antígeno, célula apotótica, restos celulares y microorganismos por cochinillo, centolla, salmón y lomo, obtendremos una definición tan acorde a la realidad que su enunciado alcanza por momentos el grado de poesía.
2. “…esto se produce gracias a la emisión de pseudópodos alrededor de la partícula o microorganismo hasta englobarla completamente…”
Aquí la definición alcanza cotas líricas con imágenes tan sublimes como emisión de pseudópodos, tan propias de mesas de más de veinte comensales.
Sustituiremos partícula o microorganismo por vianda grasienta o kilo y medio de nécoras.
2.ÁRBOL DE NAVIDAD:
En torno a este verde amiguito (raramente el árbol navideño provoca los cismas político-familiares del Belén) se sucede un acontecimiento sin precedentes, para los que hasta hace apenas unos años la ciencia no había encontrado explicación alguna: las luces navideñas.
Las luces navideñas se componen básicamente de 50 ó 100 lámparas de aproximadamente 4,5 voltios c/u, unidas por cable verde, con o sin secuenciador electrónico (parpadeantes o fijas). El modo de empleo es sencillo pero con la particularidad de que SÓLO se desarrolla normalmente durante el primer uso de estas pequeñas hijas de Satán.
Lo primero es comprar el correspondiente juego de luces. Puede darse cierta tensión entre pequeños y mayores respecto a la elección de las mismas ya que, si bien los infantes se decantan por tonos magento-parpadeantes cercanos a la epilepsia, los adultos optan por la pacífica inocuidad del amarillo vintage. Si queremos evitar episodios desagradables sugerimos comprar el segundo juego y chantajear al niño con dejarle poner, a modo de estrella, la dentadura del abuelo en la copa de nuestra amable conífera. Es infalible.
Una vez desembalado iremos enrollando las luces alrededor de las ramitas. Enchufamos y listo. La familia al completo emitirá un complaciente “ooh” mientras el niño roba al indefenso anciano los premolares de resina y acero quirúrgico.
El día 7 de Enero, recogemos todos los elementos decorativos cuidadosa y primorosamente. Llegado el momento de las luces las enrollamos despacio, como si devanáramos a la inversa una suave madeja de wolframio y las guardamos en su caja correspondiente.
Una vez desembalado iremos enrollando las luces alrededor de las ramitas. Enchufamos y listo. La familia al completo emitirá un complaciente “ooh” mientras el niño roba al indefenso anciano los premolares de resina y acero quirúrgico.
El día 7 de Enero, recogemos todos los elementos decorativos cuidadosa y primorosamente. Llegado el momento de las luces las enrollamos despacio, como si devanáramos a la inversa una suave madeja de wolframio y las guardamos en su caja correspondiente.
Y aquí surge la tragedia: doce meses después sacamos el embalaje en cuestión y aquello es un mar de nudos capaz de convertir a un pitufo en Michael Myers.
Dará igual que deshagamos nuevamente aquello y que lo volvamos a enrollar con cuidado: nuestras parpadeantes amigas estarán magistralmente enredadas otros doce meses después.
Dará igual que deshagamos nuevamente aquello y que lo volvamos a enrollar con cuidado: nuestras parpadeantes amigas estarán magistralmente enredadas otros doce meses después.
Al principio se barajaron todo tipo de posibilidades pero no sería hasta el 9 de enero de 2008 cuando, tras rigurosos estudios científicos, un prestigioso laboratorio alemán consiguiera grabar, durante más de 48 horas, el autoanudado de un juego de luces completo color rojo Noél dentro de una cámara de vacío de media intensidad (presión de 4-5 mmHg).
Dichos estudios han sido bochornosamente ocultados a la opinión pública y consideramos esencial que vean la luz.
Y nunca mejor dicho.
Próximas entregas: Villancicos/Rituales de Nochevieja y Regalos de Reyes/Metas y Colecciones de enero.
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