domingo, junio 20, 2010

Hermano

Era el año 2005.
Recuerdo salir desde el Metro de Urgel a la Calle General Ricardos en estado casi hipnótico.
Me acomodé en un banco cercano a mi portal sin poder despegar las pupilas de aquellas líneas.
Eran las últimas páginas de “El Hombre Duplicado”.
Cuando terminó, cerré el libro con el pulso urgido y una sensación desconocida de deslumbramiento.
Entonces yo era una cazadora incansable con la musculatura fuerte y la palabra desbocada.
Te seguí la pista como un animal ávido de una presa cada vez más deseable.
Hice un mapa mental con todos tus olores.
Memoricé tu anatomía.
Dibujé tus pasos.
Estudié los paisajes entre los que te deslizabas.
Viajé a tu Lisboa hermosa y decadente
Y en mitad del desierto de Caín finalmente nos encontramos.

Estaba sucia, estéril y perdida.
Me clavaste tus ojos lentos de sabio venerable.
Solo pude permanecer inmóvil mientras apoyabas tu sintaxis destructiva y esperanzada sobre mi hombro y volvías a tu mar de siempre.

Me he quedado anclada entre las dunas.
Casi incapaz de creer que la vuelta es posible pero con el regalo impagable de tu compañía y la esperanza de la absolución.

Buen viaje, compañero.

José de Sousa Saramago (Azinhaga, Santarém, Portugal, 16 de noviembre de 1922 - Tías, Las Palmas, España, 18 de junio de 2010)

1 comentario:

Luigi Dante dijo...

Holaaaa!. Genial encontrarte por estos lugares.
Yo sigo liado con "Al otro lado de espejo", preparando ya el número 3.
Luego el verano y más allá septiembre otra vez, si hay suerte nos veremos.
De momento me quedo en esta habitación transparente. Me gustó mucho el post.
Un saludo.